Barcelona es una ciudad
con una personalidad única. Para bien y para mal su localización
geográfica, atrapada entre el mar y la montaña, le ha impedido crecer
horizontalmente. Por eso la capital catalana es densa, rica en matices y tiene
una característica que la hace sorprendente para los visitantes: el diseño.
La ciudad respira diseño, se ve en su arquitectura, en el
mobiliario urbano y en las tiendas - imprescindible
una visita a Vinçon, en el paseo de Gràcia-. Esa obsesión
por buscar la belleza y la originalidad es una de las características que la
convierten en una ciudad cosmopolita y vibrante, abierta a lo nuevo, como buena
ciudad portuaria y gracias a su enclave estratégico, cerca de Europa y otros
países del mediterráneo.
Lo mejor de la ciudad es que se puede recorrer a pie,de la
montaña (desde las atalayas de Montjüic o el Tibidabo, para admirar la
cuadrícula perfecta dibujada por el
urbanista Cerdà en el Eixample, el ensanche de la ciudad más allá de las murallas
que las constreñían), al mar y la recuperada fachada marítima.
Barcelona ha sido
foco revolucionario de vanguardias republicanas y artísticas, de experimentos
pedagógicos y de inconformismo social pero también burguesa y conservadora.
Desde los imponentes palacios del barrio gótico, como los de
la calle Montcada, hasta los edificios de principios del siglo XX que jalonan
el Eixample, las clases acomodadas de Barcelona siempre han apostado por la
arquitectura que demostrara su poder, pero también su apertura de miras,
apostando por soluciones que en su momento
sorprendieron a todo el mundo. Un ejemplo de ello es la obra cumbre de
Antoni Gaudí, la casa Milà, conocida como la Pedrera. El genial arquitecto de
Reus es la marca más universal de Barcelona.
Una visita a Barcelona está incompleta sin recorrer las
principales obras de Gaudí, desde la Pedrera hasta la casa Batló, pasando por
el parque Güell. También esta la Sagrada
Familia.
Un templo también lleno de encanto es Santa María del Mar,
en el barrio de la Ribera. Una joya gótica que se puede admirar tomando una
copa de vino en La Vinya del Senior, en una terraza junto a la fachada
principal. Unos metros más hacia el paseo del Born, una explosión de bares,
restaurantes y tiendas de diseño, se encuentra el Fossar de les Moreres, una fosa
común donde están enterrados los defensores de la ciudad durante el asedio de
las tropas borbónicas en 1714.
La ciudad es emprendedora, está en vanguardia gastronómica y
sus habitantes disfrutan de una calidad de vida envidiable. Se vive bien, pero
se trabaja mucho para disfrutarlo. La gente es multilingüe, amable y orgullosa
de su ciudad.