I LOVE ÁVILA.


A los pies de la sierra de Guadarrama se encuentra Ávila, ciudad castellana por antonomasia. Por castellana se entiende, abundando en el tópico, lo frío y extremo de sus inviernos, lo sobrio de su urbanismo y lo severo de sus formas. Declarada Patrimonio de la Humanidad, esta ciudad fabulosa respira serenidad por todos  sus poros, y mucho misterio. Ese misterio que inspira la espiritualidad que se adivina tras los conventos y monasterios, legada por una mujer inigualable: Teresa de Jesús. La pista de la Santa, imborrable en la memoria abulense, en los  extramuros del casco antiguo, en el monasterio de la Encarnación, y en otros lugares que ella fundase o habitase.

Ávila no es una ciudad que se deje conquistar fácilmente y así lo atestiguan desde un principio sus murallas medievales, sólo interrumpidas en su hermética estructura por la espadaña del Carmen.

Y lo mismo que extramuros, también intramuros se prodigan iglesias románicas de casto semblante, casas señoriales del XVI y el XVII, y muchos conventos. En la catedral, un interesante edificio defensivo románico-gótico, se encuentra el sepulcro de alabastro de Don Alonso de Madrigal "el Tostado".