ISLAS SEYCHELLES. EL EDÉN DEL ÍNDICO.



A quien busque esa sensación de plena libertad  que da encontrarse solo en una isla, a miles de kilómetros  de una civilización, se le abre un amplio abanico de posibilidades. Sólo unas 30 de las 115 islas están habitadas, ocupan un total de 455 km2  que juntándolas todas apenas ocuparían el 80% de una isla como Ibiza. Y cada una es diferente a la otra, mundos muy distintos  que aún conservan ese estado de descontaminación y pureza.

Su entrada oficial  en la Historia ocurre en 1742, cuando el capitán francés  Lázare Picault se encuentra por accidente con una isla y no dudó en darle el nombre de  L’ Abondance  (La Abundancia), 2 años más tarde, Mahé de la Bourdonnais (Gobernador de la actual Mauricio) le encargó que regresara a ese rincón del océano y que la rebautizara con su nombre de pila. Y en 1976 terminó convirtiéndose en un estado independiente.

Hoy en día, Mahé,  la isla principal de la República  de las Seychelles, sigue siendo un lugar exuberante, con una cadena montañosa que la cruza de norte a sur. A pesar de su reducido tamaño necesitarían semanas para recorrer no sólo todos los frondosos valles sino también sus múltiples y misteriosas playas, muchas de ellas ni aparecen en los mapas.

Aunque esta isla principal ya cuenta con todo lo que uno puede buscar, incluida una pequeña metrópoli donde disfrutar del intenso y riquísimo mestizaje que representa la población  secheloise y su cultura créole, sería una pena no conocer el resto de islas.

Una visita a Praslin es imprescindible. Allí  se esconde la Vallée de Mai, uno de los mayores tesoros naturales de estos archipiélagos, declarado Patrimonio de la Humanidad.
En su interior se pueden encontrar plantas y aves únicas en el mundo. La estrella es el Coco de mar, que puede adquirir muchísimas formas. Sus playas son hermosas y algunas de ellas, como Anse Lazio o Anse Georgette, están entre las más espectaculares del mundo.

La Digue es la isla favorita de los que prefieren sumergirse en un Seychelles sin lujos, todavía anclado en el pasado, con una población muy apegada a sus tradiciones, donde no faltan playas tan singulares como la espectacular  Anse Source d’ Argent. No en vano su imagen se ha utilizado miles de veces para promocionar el destino.

Casi todas las islas son de origen granítico pero hay dos excepciones: Bird y Denis. (Su acceso está reservado únicamente a los huéspedes que se alojan en ellas).La primera se centra en la conservación y estudio de aves marinas y tortugas gigantes. En Denis se puede descubrir todo un mundo submarino.